viernes, 31 de diciembre de 2010

Distintos enfoques


Ayer estuve leyendo unos artículos de una web llamada Buddha Dust. La página está dedicada a exponer el Dhamma según se encuentra en los suttas, y continuamente el autor, Michael Olds, nos exhorta a buscar la verdad en lo suttas, a comparar, a no relajarnos, a trabajar, trabajar, ¡trabajar!

No obstante, su enfoque es distinto al que yo he tomado. Él recomienda leernos los suttas, una y otra vez, hasta que obtengamos una visión completa de lo que quería decir el Buda, a la vez que meditamos y meditamos y meditamos hasta que entendemos cómo se traduce lo que decía el Buda en nuestra experiencia. De hecho, propone nuevas traducciones para términos fundamentales de la enseñanza, que me son mucho más cercanas que las habituales.

En mi caso, prefiero quedarme con las dos o tres cosas básicas de la enseñanza (Cuatro Nobles Verdades, Origen Dependiente y...creo que ya), y practicar a partir de ahí, experimentando por mí mismo lo que sirve y lo que no, independientemente de lo que dijese Gotama. Cuestión de enfoques.

Ahora bien, si alguno de vosotros duda entre mi enfoque y el del señor Olds, os recomiendo leer los suttas sin demora: son la mejor guía que vais a encontrar, y el consejo de Olds: medita y compara hasta que todo quede incrustado en tu mente, es una de las mejores cosas que podéis hacer.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Cómo meditar

Debido a petición popular, y a que llevo tiempo queriendo escribir esto de manera ordenada, toca un post con instrucciones para meditar, para todo aquel interesado. Va a ser largo, así que preparaos una taza de té.

Qué es meditar
Esta pregunta es difícil de responder. O quizás solo me lo parece a mí. Meditar es tantas cosas que no es sencillo explicarlo con palabras. La gente suele tener la impresión de que es "como una técnica de relajación o algo así" y, claro, también lo es. Pero es mucho más. La meditación es la herramienta que ejercita nuestra mente y la moldea para enfrentarse a la vida de otra manera. Gotama decía que todos nuestros problemas se debían a un error básico de percepción, que provocaba que tuviésemos deseos poco realistas (ojalá no me muera, ojalá no me encuentre con ningún conocido en el bus, ojalá no enferme nunca...).

Como uno no se deshace de estos deseos de la noche a la mañana, Gotama "creó" un sistema de entrenamiento al que llamó el Óctuple Noble Sendero, que trata del cultivo continuo de la mente - "bhavana" - en sentido general (ser más generoso, intentar hacer cosas buenas, esforzarse por no dejarse llevar por los sentimientos chungos, etc.), y en el cual la meditación - "samadhi" - juega un papel fundamental, siendo un entrenamiento más intensivo , en el que, a través del desarrollo de la atención y la concentración, poco a poco iremos descubriendo los entresijos de la mente y comprendiendo cómo surgen los problemas que tenemos y, finalmente, seremos capaces de liberarnos de ellos.

Aunque meditar es parte de un camino con un objetivo muy "elevado" (la liberación total del sufrimiento), esto no quiere decir que se limite a ello. La práctica de la meditación, si se hace bien, siempre es positiva, y no hace falta creerse nada de lo que dijo un indio hace 2500 años ni rezarle al Dalai Lama ni raparse el pelo ni comer patatas para practicarla. Está ahí para que todo el mundo que quiera probarla le eche un ojo.


Posturas
El primer paso para empezar a meditar es una buena postura. Uno puede meditar sentado, de pie, tumbado y caminando. De estas cuatro posturas, las más comunes son la meditación sentada y la meditación caminando.

La meditación de pie es poco cómoda porque la mayoría de la gente no puede mantenerse de pie sin moverse durante largos períodos de tiempo. No obstante, en la web de mi amigo Hugo tenéis unas buenas indicaciones sobre cómo probar con la meditación de pie.

La meditación tumbada es un rollo porque te da sueño y te concentras peor. Yo casi siempre me duermo o acabo en un estado somnoliento en el que no me entero de nada. Se puede usar cuando te duele mucho estar sentado, o cuando te vas a dormir.

La meditación caminando tiene muchas variantes, pero básicamente se trata de recorrer un camino normalmente lineal marcado previamente (en el que veas claramente el inicio y el final) y recorrerlo de un lado para otro continuamente, parándote unos segundos cada vez que cambies de sentido. En esta página del monasterio Amaravati tenéis más detalles sobre cómo practicarla*.


Meditación sentada: postura
Por último, la meditación sentada es la que más suelo practicar. Más que nada, porque ir de un lado para otro en mi pasillo es complicado durante el día (porque toda la familia lo usa para pasar de un sitio a otro) y peligroso durante la noche (porque mi familia se puede asustar al oír ruidos extraños). Lo más normal durante la meditación sentada es sentarse con las piernas cruzadas. Como la estabilidad de la postura es muy importante (si quieres meditar más de media hora,
estar balanceándote continuamente para no caerte es MUY pesado), es fundamental que las dos rodillas estén apoyadas sobre el suelo, haciendo un trípode con el culo. Como no somos planos (y no todos somos maestros de yoga), es difícil conseguir esto sin un cierto grado de elevación**. Por esto usamos cojines (muy majos los zafus, que son duros y aguantan bien la forma), pero también valen cojines normales, abrigos doblados sobre sí mismos, toallas enrolladas, almohadas dobladas, etc. Culaquier cosa que nos dé elevación y nos permita relajar las piernas y apoyar las rodillas en el suelo sin que nos duelan mucho servirá.

En cuanto a cómo cruzar las piernas, se puede hacer de varias maneras. Los más guays se sientan en loto completo, que consiste en poner los dos pies sobre el muslo de la pierna contraria (así). Los menos guays se sientan en medio loto, que (lo habéis adivinado) es así. Los pringaos, como yo y muchos otros que nos duelen las rodillas solo de pensar en el loto completo, nos sentamos en lo que llaman postura birmana (no preguntéis).

Para los que tengáis algún tipo de lesión lumbar/rotular/etc. o simplemente no queráis tiraros al cojín (aunque si no tenéis problemas médicos, os lo aconsejo, se vuelve muy cómodo con el tiempo), se pueden usar sillas (los dos pies apoyados, y la espalda erguida, a poder ser sin apoyarse en el respaldo, o apoyada en un cojín que la mantenga recta e impida que te caigas para atrás y te duermas) o los banquitos para sentarse en seiza (que es una postura japonesa muy común allí).

Una vez sentados, sea como sea, lo siguiente es estirar al máximo la espalda. Imaginaos que sale un cordel de vuestra nuca y tira de vosotros hacia arriba, como si fuéseis una marioneta. Estirad así todo lo que podáis, y luego relajad (¡pero mantened la espalda erguida!). Solo hay que mantener una leve tensión en la parte lumbar para no caeros, pero el resto de la espalda y el cuello deben estar relajados.

También se suele recomendar bajar el mentón ligeramente, para estirar bien las cervicales, pero a mí siempre se me vuelve a levantar al relajar la espalda y mantenerlo bajo forzadamente no me suele ayudar.

Las manos ponedlas como mejor os parezca. Es importante, eso sí, que estén relajadas, como el resto del cuerpo. Pero, más allá de eso, cualquier variante es válida: sobre el regazo, juntas, separadas, sobre las rodillas boca abajo, sobre las rodillas boca arriba, etc.

Los ojos podéis cerrarlos o dejarlos ligeramente entreabiertos, según os guste más. Como en todo lo demás, la idea es relajar también los párpados y la tensión alrededor de los globos oculares: a algunos se le quedarán los ojos entreabiertos, a otros se les cerrarán completamente. También podéis tenerlos abiertos y fijaros en un punto en particular del suelo a unos 2 metros de distancia, pero a mí no me gusta mucho (salvo para un rato).

Para aseguraros de que todos los detalles de la postura están bien cogidos, no está de más dedicar los primeros minutos de la sentada a comprobar que la estabilidad, la espalda, el cuello y la cabeza están en su sitio, y que todo el cuerpo, salvo las partes encargadas de mantener la postura (sobre todo la zona lumbar), esté relajado. Por ejemplo, si notáis tensión en las piernas, centraos en ellas y relajadlas. Si la tensión se debe a que el apoyo no es correcto, moveos hasta que lo sea. Y así sucesivamente, id haciendo un barrido por el cuerpo hasta que todo esté en orden. Esto ayuda a que la mente se relaje y la meditación empiece con buen pie y, además, puede constituir un ejercicio de meditación en sí mismo, si aplicáis lo que os voy a explicar después.

Al principio, la postura será un poco incómoda, sobre todo si vais a meditar más de 30 minutos seguidos, pero no deseperéis, con el tiempo se hace más fácil. Buscad combinaciones de altura de cojín, doblamiento de piernas, etc. Aunque algo de incomodidad viene bien para observar algunas cosas, no se trata de pasarlo mal ni mucho menos, así que no os hagáis los machotes si no es necesario (esto también se puede aplicar a mí, jeje).


Qué hacer
La segunda pregunta que más me hace la gente, después de "Cuéntame por encima de qué va eso del budismo, que me interesa mucho" (como quien cuenta una peli, ya sabéis), es "Y tú, ¿qué haces cuando meditas?". Una vez explicados los fundamentos de la postura, puedo decir lo que siempre respondo:

Atiendo a la inspiración. Atiendo a la espiración. Si surge un pensamiento, lo observo y lo "dejo ir". Si me distraigo, vuelvo a hacer lo de antes.

Y así sucesivamente. Pero vamos por partes: ya os he dicho que meditar consiste en desarrollar la atención y la concentración para que, poco a poco, podamos ir librándonos de nuestro sufrimiento. ¿Cómo se hace esto? El primer paso es tomar un objeto de meditación, sobre el que focalizar nuestra atención. Objetos de meditación hay muchos y variados, pero los más comunes suelen ser la respiración y el cuerpo (y la "mente", pero eso es para más adelante, creo).

Si tomamos la respiración como objeto, se trata de atender a cada inspiración y a cada espiración. Para eso, nos centramos en una sensación que nos indique que la respiración está ocurriendo, como el aire entrando y saliendo de la nariz, el pecho/barriga moviéndose, o la sensación general del cuerpo respirando. Notad cómo cambia la respiración con el tiempo, cómo cambia vuestra percepción de ella, qué pasa cuando nos centramos en ella, etc.

Si tomamos el cuerpo como objeto, podemos hacer el barrido que he comentado antes (ir repasando mentalmente todas las partes del cuerpo, notar cómo las sentimos, relajarlas...) o simplemente sentir todo el cuerpo, y observar qué pasa con él: si aparece dolor o placer, dónde surgen, cómo son esas sensaciones, etc.

Es importante recordar que solo hay que observar lo que aparece, y no juzgarlo, rechazarlo, pensar sobre ello...sólo observarlo, y ver qué pasa.

Si os distraéis (y creedme, lo haréis), simplemente volved a vuestro objeto de meditación. Recordad que no ahora no es el momento de resolver los problemas del mundo, o de recordar lo que te dijo Andrea ayer que tanto te enfadó, o pensar en qué vas a hacer de cena. No os culpéis, no le deis vueltas ni os frustréis porque no podéis mantener la atención. Pasa hasta en las mejores familias. Tampoco os frustréis si no podéis dejar de juzgaros, yo llevo meditando 4 años y, a veces, cuando me despisto, digo: "¡Mierda!" (pero solo a veces, jaja).

Si se trata de simple falta de atención, podéis "anclar" a la mente usando un mantra (como "bud-dho": decid mentalmente "bud" al inspirar y "dho" al espirar) o contar las respiraciones (1 cuando inspiras, 1 cuando espiras, 2 cuando inspiras...así hasta 6, y otra vez desde 1). También podéis cambiar de objeto de meditación.

Si la distracción es muy fuerte (un dolor fuerte o un pensamiento recurrente), y no sois capaces de soltarla, podéis tomarla como objeto, y simplemente observarlo (no os involucréis, no le deis vueltas al pensamiento que sea, simplemente observad qué pasa). Se aprende mucho del dolor haciendo esto, pero no seáis masoquistas y dejadlo si es un dolor serio. Otra cosa que podéis hacer con el dolor es focalizar la atención en otra parte del cuerpo que sea más placentera. Si no funciona, podéis iros a dar un paseo o algo.

Con el tiempo y la práctica, vuestra mente se irá calmando. Y recalco, con el tiempo y la práctica. La primera cosa que uno aprende al meditar es paciencia. Mucha paciencia. Tardaréis tiempo en ver resultados, pero no os desaniméis; como dice Javier, mi profe de kárate: "Esto es como el amor. Con los años y los hijos, llega".

A medida que vuestra habilidad para volver al objeto de meditación vaya mejorando, os daréis cuenta de que sois más capaces de "dejar ir" pensamientos obsesivos y sentimientos dolorosos. Al hacerlo, veréis qué hacen de forma natural cuando no los alimentáis continuamente. Esto os dará una idea de cómo funciona la mente, y os dará nuevas ideas y herramientas para investigarla. Además, con mayor concentración, podréis explorar las sutilezas de vuestro objeto de meditación y profundizar más en detalles que antes no veíais. La aparición de percepciones, su formación, nuestra reacción a sensaciones, etc.


Consejos
Paciencia. Paciencia. Paciencia. Mucha paciencia, de verdad. Recordad lo que decían los AC-DC: "It's a long way to the top, if you wanna rock n roll!" ("Es un largo camino hacia la cima, si quieres rock n roll"). Afortunada o desfortunadamente, no hay un camino rápido para esto: muchos de nuestros problemas tienen su origen en dinámicas y patrones mentales que están muy arraigados, así que librarnos de ellos lleva su tiempo. No obstante, creo que es el mejor método posible para hacerlo.


Cuánto meditar
Si decidís empezar a meditar de forma continuada (lo cual estaría muy bien), tendréis que pensar en la frecuencia y la duración de las sentadas/caminatas. En cuanto a la frecuencia, dependerá mucho de cómo de ocupada sea vuestra vida (no es lo mismo ser estudiante de secundaria que tener tres hijos y un trabajo de 8 a 8) y del tiempo que queráis dedicarle. Eso depende de vosotros. Con la meditación, cuanto más, mejor, pero eso no significa que tengamos que descuidar nuestras relaciones sentimentales, nuestro trabajo, o nuestra vida en general.

En cuanto a la duración, yo recomiendo que empecéis con unos 30 minutos por sentada. Si os veis cómodos y queréis meterle más caña, adelante. Pero no forzéis la máquina. También vuestra disponibilidad de tiempo influye mucho: habrá días que podáis meditar 40 minutos, otros que no tendréis ni para 10 minutos...hay que ser flexibles. No obstante, en mi experiencia, las sentadas más largas son cualitativamente distintas de las más cortas: estuve mucho tiempo meditando 30 minutos, y cuando pasé a 60, mi concentración aumentó bastante; ahora intento meditar más de 60 minutos de vez en cuando, y también se nota la diferencia. Simplemente, a la mente le lleva tiempo centrarse, así que más tiempo de sentada garantiza más concentración. Pero tampoco os frustréis si no podéis dedicar 60 minutos a sentaros. A veces estamos muy ocupados, y hay días que yo no puedo meditar. Los monjes suelen decir que es mejor sentarse 10 minutos al día, que 60 una vez a la semana, así que tened eso en mente cuando tengáis un día muy liado y solo podáis sentaros 5 minutos.

De todas maneras, sí que recomiendo que, si queréis que la meditación tenga un efecto más duradero en vuestras vidas que simplemente unos minutos de relajación, la practiquéis con cierta frecuencia. Si no diariamente, cada dos o tres días. Con menos, el progreso apenas se va a notar.

Otra cosa importante es que, como complemento a las sentadas, mantengáis ese espíritu de observación a lo largo del día: cómo reaccionáis a lo que pasa en vuestra vida, cómo cambia vuestra percepción del mundo, etc. Esto es bastante complicado, pero es tan importante como la meditación sentada (y os sirve cuando estáis liados y no podéis dedicarle tiempo a la meditación sentada).


Para terminar
He escrito esta entrada contándoos lo que creo que es mejor para alguien que quiera empezar a meditar. Sé que muchos de los que me preguntáis no sois "budistas" y no queréis el rollo religioso-espiritualoide-sectario-comecerebros. Sin embargo, como he aprendido a meditar dentro de esta tradición, todo lo que puedo enseñaros es la meditación que enseñó el Buda. Así que siento si lo que he escrito aquí no corresponde a vuestras expectativas u os parece demasiado "budista" para vuestro gusto, pero creo que no sé enfocarlo de otra manera. Tomad lo que queráis y desechad el resto.

Además, mucho de lo que hay aquí escrito sale de mi humilde experiencia de llevar solo 4 años meditando. Si queréis profundizar más o no os fiáis mucho de mí (lo cual comprendería), os dejo algunos enlaces interesantes el final de esta entrada. Si tenéis cualquier duda, no os lo penséis dos veces y preguntadme.

Si queréis otras opiniones, un buen sitio que visito a menudo es Bosque Theravada, donde amablemente responderán a vuestras dudas sobre cualquier tema. También allí encontraréis muchos textos relacionados con la meditación, que seguramente explican todo esto mucho mejor que yo.


Enlaces recomendados
An introduction to insight meditation, de la Sangha de Amaravati (inglés)
Conducting a solitary Zen practice, de Koro Kaisan Miles (inglés)
Basic breath meditation instructions, de Thanissaro Bhikkhu (inglés)
El observador, de Thanissaro Bhikkhu
Contemplando el cuerpo, de Thanissaro Bhikkhu
Vídeos sobre meditación, de Ajahn Jayasaro (inglés)
De-percepción, de Thanissaro Bhikkhu
Anapanasati Sutta, texto canónico
Satipatthana Sutta, texto canónico

* Mi amigo David me dice que os comente que también se puede meditar caminando mientras das un paseo en silencio por la ciudad, el parque, el monte, etc. Simplemente mantened el espíritu de observación mientras camináis, experimentad lo que ocurre a cada momento y no os perdáis en los pensamientos.
**Los monjes tailandeses hacen una variante de esta postura y colocan una pierna sobre la otra. Así, la estabilidad la da el gemelo apoyado sobre el suelo, y no necesitan elevación ninguna. Yo también encuentro esta postura inestable al cabo de un cierto tiempo, pero he visto que mucha gente medita bien así, así que debe ser cuestión de gustos.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Tímido

Siempre he sido muy tímido. Ya, la gente me conoce ahora y no se lo cree, pero es verdad. Y los otros tímidos "superados" como yo saben cómo es. Con entrenamiento y fuerza de voluntad, me he vuelto más sociable, pero me siento incómodo cuando me quedo a solas con profesores con los que tengo una relación de media confianza, pero con los que no sé de qué hablar (¿qué es lo correcto, hablar, no hablar? etc). También rehúyo a los conocidos en el bus, porque no quiero enfrentarme a las conversaciones incómodas que sé que tendrán lugar (cuando cojo valor y me atrevo a hablar con ellos - es decir, a no fingir que no les he visto - las conversaciones son 99% incómodas). Supongo que con más entrenamiento esa incomodidad se va también, pero a eso todavía no he llegado.

Lo curioso es que asociaba esta timidez a una especie de miedo a que me hiciesen daño. Como si estas situaciones fuesen propicias a que yo quedase en ridículo y que la gente se riese de mí, o a que pensasen que soy tonto, o cosas así. Y está claro que ese miedo está ahí. Si no, decidme por qué ayer se me aceleró el corazón cuando bajé a devolverle las llaves del garaje a una vecina...Y sí, la conversación fue incómoda.

Pero no solo está eso. Hoy, meditando, me he dado cuenta de que también hay algo mucho más básico: que no me gusta la incomodidad. Y me diréis: "Joder, eso lo sé yo sin meditar". Ya. Pero yo no. El caso es que eso del rechazo a la incomodidad es una de los casos que el Buda explicita como "sufrimiento" en su primer discurso:

"Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no obtener lo deseado es sufrimiento. En breve, los cinco agregados de la adherencia son sufrimiento."

Ya, ya sé lo que vais a decir. Es que el budismo parte de cosas muy obvias, o ¿qué os pensabais? Pero bueno, lo malo es que la incomodidad (y las cosas indeseables en general) siempre van a estar por aquí, y no se puede escapar de ellas por mucho que lo deseemos. Así que toca aprender a vivir con ello. Ya os iré contanto qué tal me va. A propósito de estas cosas, el maestro chino Hongzhi decía:

"Muévete por todas partes libremente, sin seguir las condiciones, sin caer en las clasificaciones. Enfrentándote a todo, suéltalo y obtén estabilidad. Permanece con esto como esto, permanece con eso como eso" *

* Hongzhi habla en lenguaje código Ch'an. Para entenderle hay que meditar. O saber chino. O las dos.

domingo, 28 de noviembre de 2010

El sonido del silencio

Hoy, mientras meditaba, me he dado cuenta de que había una especie de ruido dentro de mi cuerpo o mi mente o lo que fuese, un ruido que no parecía venir de niguna parte. Sonaba como cuando abres un frigorífico y oyes el ruido que hace al funcionar. Quizá solo era la sangre pasando por las arterias y las venas.

He leído que algunos meditadores utilizan lo que ellos llaman "el sonido del silencio" como objeto de meditación. Y esto a lo mejor lo era. Pero no era nada del otro mundo, y pronto me he cansado de él. O sea, realmente es como escuchar al frigorífico.

Así que he vuelto con la respiración, y he seguido haciendo lo de siempre.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

No se va a poner de color de rosas

Hoy estaba esperando al bus, pensando cómo sería mi vida una vez me iluminase. Sí, supongo que la mayoría de la gente no piensa estas cosas, pero mi mente es así. Me imagino a mí mismo como un remanso de paz y calma, viviendo una vida tranquila en el campo o las montañas, como los viejos ascetas chinos...(ya, ya lo sé).

El caso es que mientras pensaba esto, me di cuenta de que, aunque una parte de mí lo desee mucho, no creo que me vaya a hacer el ermita a las montañas. Seguramente acabaré dando clases en la universidad o de investigador científico, tendré una familia y todo eso, y viviré en mitad de la plaza del mercado. Mi vida no se va a volver más bonita de lo que ya es. No voy a meditar a la luz de la luna mientras los pájaros se posan sin miedo en mis hombros. No va a sonar una suave música chill-out mientras miro al infinito. No voy a decir frases chulas de esas que dicen los sabios mientras sorbo mi té en mitad del bosque. Mi vida no va a ser una película, y yo no voy a ser Yoda o Miyagi o alguno de esos. Me tendré que levantar por las mañanas para coger el bus, recoger a mis hijos del cole, viviré malas épocas en el trabajo y alguna vez andaré corto de pasta. Muy mundano todo. Y de eso se trata, ¿no? Pero, inconscientemente, hasta hoy estaba enfocando la práctica como si mi vida fuese a ser más mística-guay en el futuro. Y eso es un error.

Ahora podré disfrutar de los 10 minutos de más que tengo que esperar al bus porque ha habido un atasco en la M-30, o de salir corriendo de casa porque no llego a clase, o de lo que sea que me toque. Porque con eso es con lo que voy a vivir. Y, en realidad, está bastante guay. No es tan romántico*, pero qué le vamos a hacer.

* De todas maneras, creo que las cosas parecen mucho más románticas desde fuera, y que a un asceta chino su vida le parecerá tan mundana como para mí coger el bus...

domingo, 14 de noviembre de 2010

Sueño

Dicen que, aunque tengas sueño, tienes que seguir meditando. Si te duermes, prueba a meditar caminando, o a abrir los ojos, o a dejar de respirar un rato para despertarte.

Cuando yo me duermo, nada de eso funciona. Caminando me sigo durmiendo. Abriendo los ojos me sigo durmiendo. Dejar de respirar me espabila unos segundos, pero el sueño vuelve de nuevo, y estoy como al principio.

Así que, cuando tengo sueño, voy a dormir. Levantarte del cojín, lavarte los dientes, ir a la cama...no tiene por qué ser "no meditar". Parece fácil distinguir entre cuándo estamos meditando y cuándo no estamos meditando, pero, si practicamos siempre, entonces nunca dejamos de meditar. Sentarse es solo otra manera de meditar.

Es por eso que, aunque tengas sueño, tienes que seguir meditando.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Buddhadasa, gallos y mosquitos


Aunque ya ha pasado más de un mes, os contaré un poco más del retiro.

En general, estuvo bien: el primer día me rallé un poco y se me echó el mundo encima (pensamientos del tipo "ya no quiero seguir meditando", "no sé por qué la gente se molesta", "el budismo no sirve para nada"), pero se me pasó al día siguiente. El resto del retiro fue normal, con su dolor de rodillas y la sensación de que no hacía nada útil en las sentadas (esto me ha pasado en todos los retiros a partir del segundo día), pero, a diferencia de otras veces, esta vez no se me hicieron los días larguísimos, ni mi estancia en el retiro interminable. Fui consciente de que estaba allí una semana, y no me parecía que fuese una eternidad. La verdad, no sé si esto es bueno o malo.

Una última anécdota de las sesiones de preguntas y respuestas: alguien le preguntó a Ajahn Abhinando qué hacer cuando los mosquitos quieren picarnos y nosotros no queremos que nos piquen. ¿Se mantiene el primer precepto (abstenerse de matar)? Abhinando respondió que los preceptos es claros, pero que no hay que tomárselos como si fueran mandamientos: son marcos donde encuadrar nuestra práctica, una especie de guía moral para poder avanzar sin problemas en el camino. No obstante, el mundo no es solo blanco y negro, sino que también hay muchos grises, y ahí es donde tenemos que decidir qué hacer. Abhinando nos recomendaba ser más creativos y buscar otras soluciones al problema que no implicasen saltarse los preceptos, pero que, a veces, no hay más salida que romperlos. Y entonces tenemos que hacerlo, y asumir las consecuencias que pueda tener esa decisión.

A modo de ejemplo, nos contó el caso de Ajahn Buddhadasa, del que ya he hablado antes. Buddhadasa está considerado como uno de los maestros tailandeses más importantes del siglo XX, y sus escritos, que podéis leer en Internet, son muy directos e intensos. Un tipo interesante. Pues bien, Buddhadasa acostumbraba a tener siempre cerca a un grupo de gallos (si no me creéis, mirad la foto). Los gallos estaban tan acostumbrados a él (y él a los gallos) que se subían a sus brazos y a su cabeza tranquilamente. Si, mientras un gallo paseaba por su brazo, se posaba un mosquito en el otro, Buddhadasa sólo tenía que mover la mano para acercar al gallo al pobre insecto, y así solucionar el problema. Abhinando decía que nos podíamos poner puristas y decir que Buddhadasa estaba ayudando al gallo a asesinar al mosquito, pero la esencia está en que no hay que "ponerse talibanes", como dice mi novia.

Para poder vivir, otros tienen que morir. Esto es una realidad, lo miremos por donde lo miremos. El primer precepto nos da un marco en el que movernos y evitar matar porque sí, pero está claro que todo lo que hacemos implica la muerte de algún ser vivo (y si no pensad en los parásitos, en las infecciones, etc). Lo mejor que podemos hacer es ser conscientes de todo ello y aceptarlo. Ponerse tonto con llevar los preceptos a rajatabla solo nos causa más sufrimiento...

Por cierto, Jerome me contó que él vio a Buddhadasa matar mosquitos a manotazos, y que no parecía muy preocupado por esconderlo. ¡Parece que el hombre lo tenía claro!

domingo, 19 de septiembre de 2010

No Impact Man

Colin Beavan es un neoyorquino que se sentía muy culpable por estar colaborando a que los osos polares se queden sin polo y decidió tirarse un año sin generar basura, sin usar electricidad y sin emitir CO2. Llamó a su proyecto "No Impact Man" y arrastró a su mujer y a su hija de dos años con él. Después escribió un libro que me estoy leyendo ahora y que recomiendo a todo el mundo mundial (eso significa que me está gustando mucho).

Beavan no sermonea, no se cree superior moralmente, y no es un plasta. Al contrario, escribe sin ningún pudor sobre sus meteduras de pata, sus enfados, sus defectos, hace bromas sobre las broncas con su mujer y se ríe de su propia obstinación. Al mismo tiempo, reflexiona sobre lo que significa la felicidad para él, aprende muchas cosas interesantes y se pregunta a dónde quiere llevar su vida.

Se supone que es un libro ecologista, pero hacía tiempo que no aprendía tanto de un libro no budista.

Ayer leí esto: "Un día de esa semana pensé en llevar a Isabella [su hija de dos años] al parque. Iba a mi lado, correteando como un pato por la acera. Cuando no habíamos avanzado ni media manzana, se detuvo a jugar con una cadenita que colgaba de una boca de incendios: le daba toquecitos con un dedo para que se balanceara hacia delante y hacia atrás, esperaba pacientemente a que se quedara parada y volvía a golpearla con el dedo, fascinada. Traté de tirar de ella para darnos prisa en llegar al parque.
Empezó a llorar.
Yo accedí, y ella se volvió hacia la cadena y la siguió columpiando, mirando con paciencia cómo se mecía de un lado a otro hasta quedarse quieta, y entonces volvía a golpearla con el dedo. Yo quería que nos diéramos prisa en llegar al parque para comenzar a divertirnos. Tardé un buen rato en darme cuenta de que Isabella ya se lo estaba pasando bien".

Hoy me he despertado y, tras lavarme la cara, he mirado rápidamente al reloj para ver cuánto tiempo tenía para meditar antes de comer (me he levantado a la una de la tarde): he pensado en desayunar y hacer los ejercicios del brazo muy rápido para tener más tiempo para la sentada. Luego me he dado cuenta de lo estúpido que estaba siendo. Cada momento es una oportunidad para meditar, ¿por qué no lo aprovechaba?

martes, 7 de septiembre de 2010

Más retiro

Acabo de volver de una semanita de vacaciones (últimamente, vuelvo muchas veces) y como no me apetece escribir sobre el retiro (un día de estos caerá) os pongo otra anécdota divertida y hablando de guarradas, porque sé que os gusta (pero espero no herir la sensibilidad de nadie).

Durante otra sesión de preguntas y respuestas, Ajahn Abhinando leyó una pregunta que le habían hecho: "¿Cómo tratas con la tensión sexual?". Después de contarnos sus impresiones sobre el tema, nos dijo que Ajahn Chah (sí, el mismo) había tenido muchos problemas con el deseo sexual. Y por muchos me refiero a que el pobre monje tenía erecciones que le duraban horas. Y el roce de los hábitos con el cuerpo no ayudaba. Ah, el celibato.

Como un monje no puede realizar ninguna actividad para relajar la tensión sexual, Ajahn Chah fue creativo. Iba a lo más profundo de la selva, donde nadie pudiese verle y allí practicaba meditación caminando durante horas. Desnudo. Hasta que el problema se solucionaba. Si eso no es determinación, que baje Gotama y lo vea.

Supongo que para aquellos que no sepan nada de monjes budistas, esta anécdota puede resultar chocante, pero a mí me hace mucha gracia. Ver que maestros tan grandes como Ajahn Chah también pasaron sus penalidades te hace enfocar todo esto con más optimismo. Aunque, claro, yo no tengo ese problema...

lunes, 30 de agosto de 2010

Vuelta de retiro: la diferencia entre el zen y el Theravada

Volví ayer del retiro y me voy mañana una semana de vacaciones, así que no me da tiempo a contar muchas impresiones, pero me guardé anécdotas para un par de entradas, así que aquí va la primera (las otras, a la vuelta).

Durante una sesión de preguntas y respuestas, a Ajahn Abhinando le preguntaron cuál era la diferencia entre el Zen y el Theravada. Para responder, nos contó una historia sobre el gran maestro zen Taisen Deshimaru:

Cuando ya era mayor, llamaron a Taisen Deshimaru de vuelta a Japón, para asisitir a una ceremonia en su honor por su papel en la propagación del zen por Europa. Como gran maestro, se esperaba de él que estuviese sentado en zazen durante un largo período de tiempo.
Ahora bien, Deshimaru ya era un hombre mayor y tenía ciertos problemas de vejiga, con lo que tenía que ir al baño cada poco tiempo. No iba a poder aguantar sentado tanto tiempo sin tener que orinar. Así que preguntó a los organizadores del evento qué podía hacer. Ellos le respondieron: "Maestro, en Zen es muy importante seguir las formas. Si tienes que urinar, hazlo en el cojín y ya lo limpiaremos después". Así que lo hizo.

Abhinando concluyó: "La diferencia entre el Zen y el Theravada es que en el Zen, si te tienes que mear, te meas en el cojín. En el Theravada, te levantas y te vas al baño".

lunes, 23 de agosto de 2010

Jhanas


Hace unos días decidí volver a estudiar con Gotama, así que de vuelta a los suttas. Quiero profundizar en lo que realmente dijo (o lo que queda de lo que realmente dijo) Gotama, analizar los conceptos, practicarlos, y, de alguna manera, guiarme. ¿Qué conceptos necesito para liberarme del condicionamiento? ¿Cuáles son superfluos? ¿Cómo se hace todo esto? En los suttas se encuentra una enseñanza muy detallada que puede ayudarme bastante...o pueden llenarme la cabeza de pájaros.

Iré escribiendo sobre los que voy leyendo en Bosque Theravada, por si queréis leerlo.

Coincidiendo con esta vuelta, durante las sentadas me voy a centrar en el estudio de los jhanas, estados meditativos formulados por Gotama a modo de "postes" que indican que vas por el buen camino. Las últimas sentadas han ido bastante bien en este aspecto, pero queda mucho por profundizar...

Os dejo la formulación clásica de los jhanas, que es con lo que voy a trabajar:

Y estando así, separado de la sensualidad, separado de los insanos estados mentales, él entra y permanece en el primer jhana, acompañado con el pensamiento inicial y analítico, lleno de arrobamiento y placer, nacidos de la reclusión. Y todo su cuerpo está impregnado, bañado y colmado de este arrobamiento y placer nacidos de la reclusión, de manera tal que no queda lugar alguno en todo su cuerpo, que no fuera impregnado por el arrobamiento y placer, nacidos de la reclusión.

Y otra vez, el monje, apaciguando el pensamiento inicial y analítico, logrando la calma mental y la unificación de la mente, entra y permanece en el segundo jhana. Lleno de arrobamiento y placer nacidos de la reclusión y libre del pensamiento inicial y analítico. Todo su cuerpo está impregnado, bañado y colmado de este arrobamiento y placer nacidos de la reclusión, de manera tal que no queda lugar alguno en todo su cuerpo, que no fuera impregnado por el arrobamiento y placer, nacidos de la reclusión.

Y otra vez, el monje, al extinguirse el arrobamiento, permanece ecuánime, con atención consciente y clara comprensión, sensible a la sensación del placer, del cual los Nobles declararon que “Feliz es aquel que mora en la ecuanimidad y en la atención consciente” y, de esta manera, entra y permanece en el tercer jhana. Todo su cuerpo está impregnado, bañado y colmado de este placer despojado del arrobamiento.

Y otra vez, el monje, al abandonar tanto el placer como la pena –con la anterior desaparición de las alegrías y las tristezas- entra y permanece en el cuarto jhana, el cual va más allá de los placeres y las penas, purificado con la ecuanimidad y atención consciente. Impregna su cuerpo con la pureza mental y clara conciencia de manera tal, que no queda lugar alguno en todo su cuerpo, que no fuera impregnado por esta ecuanimidad y clara conciencia.

PD: el martes me voy de retiro con Ajahn Abhinando, hasta el domingo, lo cual hace ya un año de blog...

domingo, 4 de julio de 2010

El pescador y el empresario

Un pescador volvía a mediodía de pescar. Había sido una buena jornada, y había pescado tres peces. Cuando amarraba el barco y se dirigía a su casa, se le acercó un hombre:

- Buenos días. Veo que es usted pescador - le dijo el hombre - ¿Ha sido una buena pesca?
- Así es. Ahora me dirigía a mi casa para comer con mi familia y pasar tiempo con mis hijos y mi mujer, y por la noche iré al bar a pasar un rato con mis amigos y tocar la guitarra.
- Pero, ¿no va a volver a pescar hoy? - preguntó el hombre, sorprendido.
- ¿Para qué? Ya tengo lo suficiente para comer. Volveré a pescar mañana por la mañana.
- Escuche. Parece usted un buen hombre, así que le voy a dar un consejo. Resulta que tengo un máster en Economía por la Universidad de Harvard, y sé algo de manejar negocios. Si usted vuelve a salir a pescar hoy, por la tarde tendrá tres pescados más, el doble de lo que tiene ahora, y podrá venderlos en el mercado del pueblo.
- Y eso, ¿para qué? - inquirió el pescador.
- Muy sencillo. Con el dinero que obtenga de la venta, usted podrá ahorrar hasta que tenga dinero para comprarse una nueva barca, que será mucho mejor que la que tiene ahora. Eso le permitirá pescar aún más peces.
- Sí, sí, pero ¿para qué querría pescar aún más peces?
- Con más peces, ganaría más dinero, y podría contratar a otras personas para que pescasen con usted, ganando aún más dinero si cabe. Llegado un punto, podría montar una pequeña flota.

El pescador parecía confuso:
- Y, ¿para qué quiero yo una flota?
- ¿No lo entiende? Con una flota ganaría muchísimo dinero, ¡tanto que podría llegar a ser millonario! Luego, con el dinero que le sobrase, podría montar sucursales en Nueva York, Los Ángeles, Osaka...
- ¿Para qué tantas sedes?
- ¡Para ganar aún más dinero, hombre! - el economista le explicaba las cosas pacientemente, como si estuviese hablando con un niño de 5 años - Luego sacaría su empresa a Bolsa y multiplicaría su dinero, ¡llegando a ser billonario!
- Y todo eso, ¿a dónde me llevaría?
- Aquí viene lo mejor de todo: cuando ya fuese lo suficientemente rico, podría retirarse, comprar una casita en un pueblo costero, pasar tiempo con su mujer y sus hijos mientras por las noches va al bar con sus amigos. Si quiere, puede incluso tocar la guitarra - el hombre parecía muy satisfecho de su exposición.

El pescador sonrió, le dio una palmada en el hombro al economista y se fue a su casa en el pueblo costero, para pasar tiempo con su mujer e hijos, y por la noche irse al bar con sus amigos mientras tocaban la guitarra.


lunes, 31 de mayo de 2010

Biologia y budismo


No sé si he escrito antes de la curiosa relación que mantengo entre la Biología y el Budismo. Resulta que la biología es una ciencia tremendamente vocacional, en la que la gente (como yo) se mete a estudiarla con pasión y denuedo, dejándose la piel observando y maravillándose con la vida. Y Gotama y sus amigos te dicen que si quieres ser feliz eso de emocionarte tanto por algo no te lleva a la calma, a la paz. Y tienen razón: la pasión por la biología no es compatible con la calma mental.

Entonces, ¿qué haces, Pablo? Eso me preguntaba yo. Durante un tiempo, pasaba por etapas de mucha dedicación a la biología y otras (sobre todo verano) en las que me olvidaba de ella y me dedicaba a meditar y a practicar budismo intensamente (el resto del año también lo hacía, pero la biología solía ocupar la mayor parte de mis pensamientos). Y eso no era muy sano. Cuatro años después de empezar la carrera y de empezar a meditar, creo haber llegado a un cierto equilibrio. Creo.

Ahora la biología me sigue apasionando, pero he asumido que no podré abarcarla por completo, así que cada vez dedico menos tiempo a pensar en otras cosas fuera de mi especialidad, que es a la que me voy a dedicar. La biología pasa a ser un trabajo: uno que me gusta mucho, pero un trabajo al fin y al cabo. Y, así, deja hueco para el resto de mi vida, que incluye meditar y también las relaciones sociales, la lectura, las artes marciales, y un no muy largo etcétera.

He llegado a esta situación por varios factores, entre ellos que quería vivir más pausadamente y que la angustia por hacerlo todo y ya y porque la ciencia es inabarcable me acabaron cansando. A veces me da pereza la idea de trabajar de biólogo y ahora incluso me planteo trabajar de otra cosa...pero es tontería, porque cualquier trabajo tendrá algún problema u otro. No se puede huir de ello.

Y así estoy. No sé si es buena solución o no, eso ya lo veré. Pero esto cambia continuamente y quién sabe lo que me depara el futuro...

lunes, 24 de mayo de 2010

El final de LOST

Hoy se ha terminado LOST, una de las mejores series de televisión que he visto y una de mis historias favoritas.

Para los que no la conozáis, LOST trata sobre un grupo de personas cuyo avión se estrella en una isla perdida en mitad del Pacífico. La serie explora las circunstancias que los rodean, los misterios de la isla, mitología variada...pero, sobre todo, es una historia sobre el sufrimiento humano y cómo dejarlo ir. En vez de centrarse en todos los interrogantes que se van planteando, vamos conociendo cada vez más a estos personajes, comprendiendo sus traumas y sus motivaciones, hasta que al final sus historias terminan hoy.

El último capítulo me ha hecho pensar sobre la muerte. La serie termina con un montón de preguntas sin responder y, sin embargo, me siento satisfecho. La vida es un poco así, como las historias: cuando se acaba, quedan muchas cosas pendientes, pero todo termina tarde o temprano. Y está bien así. Así funcionan las cosas. La muerte es tan parte de la vida como la victoria lo es de la derrota o la defensa del ataque...hay una sensación de plenitud en el final de una historia y, quizás, también lo haya al final de la vida.

martes, 4 de mayo de 2010

...

Inspirando, espirando, todos los pasos de Anapanasati se convierten en uno. Calmando cuerpo y mente, simplemente estoy alerta a lo que viene y se va: dolor en la espalda, picor en el brazo, pensamientos, desconcentración, tranquilidad. No hay más meditación que esta.

domingo, 18 de abril de 2010

¿A quién quiero salvar?

Ayer me levanté con un sentimiento raro, una especie de apatía que no me dejaba ver qué día tan bonito hací ni qué suerte tengo de seguir vivo. Era como si no tuviese ganas de vivir. Esta sensación ha aparecido varias veces y se ha ido otras tantas. Como casi todo en esta vida, no duraba. Esta vez, gracias al conocimiento anterior (y a que estuve leyendo a Ajahn Chah el día anterior), no me dejé llevar por ella (Ajahn Chah decía "let go! let go!") y simplemente la observé. Pero eso no hizo que se fuera.

Mi experiencia con sensaciones desagradables dice que si siento una y la observo sin involucrarme en ella, desaparece al poco, y santas pascuas. En esta ocasión, la apatía seguía allí, a pesar de que no la sentía del todo. Había una parte de mí (la "mente original", conciencia, o como queráis llamarlo) que simplemente veía/experimentaba lo que pasaba, y otra que estaba apática. Así que así seguí, un par de horas, hasta que la apatía se cansó y se fue. Curioso.

Mientras me sentía apático, me crucé con personas por la calle que tenían expresiones tristes, iracundas, impacientes...casi ninguna sonrisa (si no habéis hecho este expeirmento, es muy interesante: casi nadie va sonriendo por la calle). Normalmente, al ver esto suelo reflexionar sobre el sufrimiento, sobre cómo nos afecta a todos y demás. Pero, inconscientemente, lo hago como si yo estuviese por encima y, al verles, pensase: "Pobres de ellos, cómo me gustaría ayudarles". Ayer, sin embargo, pensé que yo estaba sufriendo como ellos y que todavía no había conseguido sacarme de este hoyo.

¿A quién quiero salvar, si no me he salvado a mí mismo? ¿Cómo soy tan soberbio?

Ya lo dijo Gotama: "Mientras, oh monjes, el entendimiento y la visión con respecto a estas Cuatro Nobles Verdades de acuerdo con la realidad bajo sus tres modos y doce aspectos no fue totalmente puro en mí, no admití al mundo con sus divinidades, Màras y Brahmas, a la humanidad con sus ascéticos, brahmanes y hombres, que había realizado correctamente por mí mismo la incomparable iluminación." (SN 56,11 Dhammacakkappavatana Sutta).

domingo, 4 de abril de 2010

Mario no golpeaba los bloques con su cabeza

Los que hayáis jugado a algún juego de Super Mario, recordaréis cómo Mario siempre golpeaba unos bloques con la cabeza para sacar monedas de ellos. Pues bien, si os fijáis en esta imagen que descubrí hace poco en Internet, veréis que no es precisamente con su cabeza con lo que golpea:

Da un golpe con el puño (menos mal, porque pobre cabeza...). El detalle es sutil, y hay que observar fijamente para darse cuenta, pero está ahí. La mayoría de las cosas que sabemos en nuestra vida son muy similares a esto: se basan en una observación somera, fácilmente aceptable, que pasa a convertirse en una "verdad".

Este camino budista trata en gran parte de deshacer estas "verdades" tan asumidas y aceptadas, y desarraigarlas una a una, por medio de la observación detallada. Así, descubrimos que no hay nada que dure para siempre, que eso que llamamos "yo" es otra cosa distinta a lo que pensábamos, y que no necesitamos muchas de las cosas que necesitábamos. También, que pasarlo mal o no depende exclusivamente de nosotros, y no de lo que pasa fuera. Para cuando llevas un tiempo practicando, la mitad de las "verdades" que creías inamovibles ya no son tales, y las que quedan te las crees menos aún. Y así, con la duda en una mano y la observación en otra, te acercas cada vez más a la liberación del sufrimiento. Dicho así, no parece tan difícil, ¿no?

viernes, 2 de abril de 2010

Kamma

Llevo ya un tiempo queriendo escribir por aquí, pero al final nunca encuentro el momento. El tema que me intrigaba entonces y que ahora ya he aceptado totalmente es el kamma (pali), también conocido como karma (sánscrito).

El karma es un concepto bastante peculiar, que grosso modo se podría expresar diciendo que "toda acción tiene una consecuencia". Nuestras acciones (ya sean mentales, verbales o corporales) tienen un cierto "karma" que puede ser positivo, neutro o negativo, en función de la intención que las motive. Así, acciones motivadas por un karma "positivo" darán lugar a resultados o consecuencias positivos, y acciones motivadas por un karma "negativo" darán resultados negativos.

Dicho así, puede sonar muy aséptico y difícil de creer. Sobre todo si nos metemos en vidas pasadas y demás folclore que tanto gusta a todo el mundo. ¿Qué significa el karma entonces? ¿Si en mi vida pasada fui un asesino no podré tener mujer en esta? ¿Si robo unos grandes almacenes en mi próxima vida seré una cucaracha?

No sé si esas cosas ocurren o no, porque no llego a tanto (aunque Gotama habla de ello bastante explícitamente en el Canon Pali), pero sí sé que si robas unos grandes almacenes, es bastante probable que la policía te persiga y te metan en la cárcel, le des un disgusto a tu familia y tus amigos y no saques nada en claro. Y, a un nivel más sutil, la intención (el karma) que motiva el robo afecta a numerosos procesos en nuestra mente, que provocan que nos preocupemos de que no nos pille la policía, salir corriendo, guardar lo que hemos robado...pensamientos que, en general, no hacen más que angustiarnos.

Hace unos meses me preocupaba por la posibilidad de que alguien realizase un asesinato pero no se sintiese mal por ello: si somos capaces de controlar nuestras mentes hasta un punto en el que no sufrimos a pesar de asesinar a otros, entonces toda la moral se caería por los suelos. Pero es imposible. No se puede asesinar a nadie sin sufrir. El mero hecho de pensar en matar a alguien supone ignorancia, e implica que el sufrimiento está allí. El karma existe, y no podemos escapar a las consecuencias de nuestros actos (tanto internas como externas). O, al menos, yo no puedo.

De ahí la importancia de sila, la moralidad y disciplina, como base del camino.

domingo, 21 de febrero de 2010

Vuelta a Anapanasati

Anapanasati es una de las más conocidas técnicas de meditación que encontramos en el Canon Pali. Podéis leer el discurso donde Gotama la detalla aquí.

Anapanasati está compuesta por unas 16 etapas, en las que el practicante "entrena" ciertos aspectos de la atención, siempre en torno a la respiración. Es una técnica bastante activa, porque te hace preguntarte una y otra vez sobre lo que estás haciendo, refinando la atención más y más, y decidiendo si pasas a la siguiente etapa o no. Teniendo en cuenta que llevo casi todo el último año con meditaciones mucho más "pasivas" (en las que solo tenía que prestar atención a la respiración -a veces ni siquiera eso- y observar lo que surgía en la mente), el cambio me viene muy bien.

Aunque bueno, esta es mi interpretación de la técnica. Yo animo a todo el mundo a investigar por ellos mismos qué significa cada una de las etapas (basándose en el sutta), pero muchas personas más sabias que yo han hablado de esta técnica, entre los que destacaría a Thanissaro Bhikkhu (aquí podéis escuchar sus charlas sobre el tema, en inglés) y Buddhadasa Bhikkhu, que escribió un libro sobre la técnica, llamado "Mindfulness in Breathing" (creo que está traducido al español, y aquí podéis leer un extracto).



martes, 9 de febrero de 2010

Si esperas lo suficiente...

Si esperas lo suficiente, la nieve se derretirá.
Si esperas lo suficiente, las montañas se aplanarán.
Si esperas lo suficiente, el dolor se irá.
Si esperas lo suficiente, las semillas germinarán.
Si esperas lo suficiente, alcanzarás la liberación.

Las cosas llevan su tiempo y, como dice el refrán: "No por mucho madrugar amanece más temprano". La paciencia es una virtud fundamental en esta práctica, y creo que en la vida en general. Muchos problemas dejan de serlo si esperamos pacientemente a que todo esté en su lugar correcto para actuar.

Ahora bien, la paciencia no implica pasividad o inacción. En todos los ejemplos que os he puesto al principio, la acción de esperar va siempre acompañada de otro proceso, que es el que permite que la consecuencia ocurra: el sol irradiando luz que derrite la nieve, el agua y otros agentes erosionando las montañas hasta que ya no queda nada de ellas, el cuerpo trabajando con la fuente del dolor para acabar con la amenaza, los complejos procesos fisiológicos que conlleva la germinación de la semilla, y la práctica que nos lleva a la liberación. No se trata de sentarnos en un sillón a mirar como nos iluminamos, sino de trabajar activamente (y con perseverancia) para ello.

Y, mientras trabajo, recuerdo que todo lleva su tiempo, y sigo al turrón.

miércoles, 20 de enero de 2010

Karate Do



















"Todo en el universo respira duro y suave"

Este es un fragmento de un poema chino en el que Chojun Miyagi se basó para nombrar a su estilo de karate, Goju Ryu (go=duro; ju=suave). Los practicantes de Goju (entre los que me encuentro) se suelen jactar, no sin cierto orgullo, de que este estilo es uno de los más complicados de comprender y dominar. Y quizás sea cierto.

El caso es que hoy mi profe me ha dicho una de esas filosofadas que tanto le (y me) gustan: "En karate no hay ataque ni hay defensa. No hay distinciones, todo es uno". Y, no sé a vosotros, pero eso a mí me suena muy similar...

"El Gran Camino no es difícil,
para aquel que no tiene preferencias.
Ni gustos, ni disgustos,
todo está claro."
(Sengcan, Xin Xin Ming)

No por nada el maestro de Miyagi, Kanryo Higaonna, se tiró más de 15 años en China aprendiendo...


lunes, 11 de enero de 2010

De Zen y Theravada y cómo Ajahn Chah me sacó del aprieto

Esta mañana estuve pensando. Quizás más de lo que debería. Hace un tiempo tomé la decisión de que no importaba lo que uno hiciese, mientras fuese consciente de sus actos y aceptase las consecuencias. Creo que eso es un punto de vista muy "zen" (pero tampoco sé tanto de zen, así que tal vez me equivoque).

Hoy, mientras meditaba, pensé en cómo en el Theravada sí que hay un camino muy marcado (el Óctuple Noble Sendero), en el que las acciones "correctas" están bastante delimitadas. Mi preocupación vino de pensar "¿Y si me estoy equivocando? ¿Y si hay más de un camino, que me lleva a más de un sitio? ¿Y si he escogido el camino equivocado?". Y así he estado toda la sentada, hasta que me he levantado y he leído el fragmento que os puse de Ajahn Chah hace unos días. De repente, toda la ansiedad se ha esfumado.

Déjalo ir. Suéltalo. Cuando tenga que tomar una decisión, si la tomo sin miedo, sin apego, sin excusas, será "Acción Correcta". Si la mente es correcta, la decisión es correcta. Pero a cada momento, aquí, ahora. Nada de agobiarse por lo que fue o lo que será. Y, así, no hay contradicción entre Zen y Theravada, y todo lleva al mismo sitio, el sitio que parece que Ajahn Chah conocía muy bien.

No hay contradicción, y Gotama y Ajahn Chah se ríen junto a los maestros chinos.

miércoles, 6 de enero de 2010

Vaivén

No hay una inspiración continua.
No hay una espiración continua.

Ambas acaban, y ambas comienzan. Como todo lo demás, van y vienen, vienen y van.

Nada es eterno. Es solo que algunas cosas duran más que otras.

martes, 5 de enero de 2010

Ajahn Chah dice hola

El otro día leí un poco a Ajahn Chah, por primera vez en un tiempo. Esto que os copio ahora (sacado de aquí) me dio gasolina para un año o más: Pregunta: Todavía tengo muchos pensamientos. Mi mente divaga mucho, aún cuando trato de estar atento.

Respuesta: No te preocupes de esto. Trata de mantener tu mente en el presente. Cualquier cosa que surja en tu mente, sólo obsérvala. Déjala ir. Ni siquiera desea estar libre de pensamientos. Entonces, tu mente alcanzará su estado natural. No discriminando entre lo bueno y lo malo, entre el frío y el calor o entre lo rápido y lo despacioso. No más, mío ni tuyo, ni el yo, en absoluto. Solamente observa que esto simplemente es. Cuando caminas para pedir limosnas no necesitas hacer nada especial. Simplemente camina y observa cómo es esto. No hay necesidad de apegarse al aislamiento o la reclusión. Comoquiera que seas, conócete a ti mismo siendo natural y observador. Si surgen las dudas, observa cómo van y vienen. Esto es muy simple. No esperes nada.

Es como si estuvieras caminando por una calle cuesta abajo. Periódicamente, te encontrarás con los obstáculos. Cuando encuentras los impedimentos, sólo obsérvalos y supéralos dejándolos ir. No pienses acerca de los obstáculos que ya has superado. Tampoco te preocupes acerca de aquellos que todavía no ves. Clávate en el presente. No te preocupes acerca de la longitud del camino o acerca del destino. Todo cambia. Dondequiera que pises, no te apegues a esto. Finalmente, tu mente alcanzará su balance natural, donde la práctica se vuelve automática. Todas las cosas vienen y van por sí mismas.

Mírale cómo sonríe.