domingo, 18 de abril de 2010

¿A quién quiero salvar?

Ayer me levanté con un sentimiento raro, una especie de apatía que no me dejaba ver qué día tan bonito hací ni qué suerte tengo de seguir vivo. Era como si no tuviese ganas de vivir. Esta sensación ha aparecido varias veces y se ha ido otras tantas. Como casi todo en esta vida, no duraba. Esta vez, gracias al conocimiento anterior (y a que estuve leyendo a Ajahn Chah el día anterior), no me dejé llevar por ella (Ajahn Chah decía "let go! let go!") y simplemente la observé. Pero eso no hizo que se fuera.

Mi experiencia con sensaciones desagradables dice que si siento una y la observo sin involucrarme en ella, desaparece al poco, y santas pascuas. En esta ocasión, la apatía seguía allí, a pesar de que no la sentía del todo. Había una parte de mí (la "mente original", conciencia, o como queráis llamarlo) que simplemente veía/experimentaba lo que pasaba, y otra que estaba apática. Así que así seguí, un par de horas, hasta que la apatía se cansó y se fue. Curioso.

Mientras me sentía apático, me crucé con personas por la calle que tenían expresiones tristes, iracundas, impacientes...casi ninguna sonrisa (si no habéis hecho este expeirmento, es muy interesante: casi nadie va sonriendo por la calle). Normalmente, al ver esto suelo reflexionar sobre el sufrimiento, sobre cómo nos afecta a todos y demás. Pero, inconscientemente, lo hago como si yo estuviese por encima y, al verles, pensase: "Pobres de ellos, cómo me gustaría ayudarles". Ayer, sin embargo, pensé que yo estaba sufriendo como ellos y que todavía no había conseguido sacarme de este hoyo.

¿A quién quiero salvar, si no me he salvado a mí mismo? ¿Cómo soy tan soberbio?

Ya lo dijo Gotama: "Mientras, oh monjes, el entendimiento y la visión con respecto a estas Cuatro Nobles Verdades de acuerdo con la realidad bajo sus tres modos y doce aspectos no fue totalmente puro en mí, no admití al mundo con sus divinidades, Màras y Brahmas, a la humanidad con sus ascéticos, brahmanes y hombres, que había realizado correctamente por mí mismo la incomparable iluminación." (SN 56,11 Dhammacakkappavatana Sutta).

domingo, 4 de abril de 2010

Mario no golpeaba los bloques con su cabeza

Los que hayáis jugado a algún juego de Super Mario, recordaréis cómo Mario siempre golpeaba unos bloques con la cabeza para sacar monedas de ellos. Pues bien, si os fijáis en esta imagen que descubrí hace poco en Internet, veréis que no es precisamente con su cabeza con lo que golpea:

Da un golpe con el puño (menos mal, porque pobre cabeza...). El detalle es sutil, y hay que observar fijamente para darse cuenta, pero está ahí. La mayoría de las cosas que sabemos en nuestra vida son muy similares a esto: se basan en una observación somera, fácilmente aceptable, que pasa a convertirse en una "verdad".

Este camino budista trata en gran parte de deshacer estas "verdades" tan asumidas y aceptadas, y desarraigarlas una a una, por medio de la observación detallada. Así, descubrimos que no hay nada que dure para siempre, que eso que llamamos "yo" es otra cosa distinta a lo que pensábamos, y que no necesitamos muchas de las cosas que necesitábamos. También, que pasarlo mal o no depende exclusivamente de nosotros, y no de lo que pasa fuera. Para cuando llevas un tiempo practicando, la mitad de las "verdades" que creías inamovibles ya no son tales, y las que quedan te las crees menos aún. Y así, con la duda en una mano y la observación en otra, te acercas cada vez más a la liberación del sufrimiento. Dicho así, no parece tan difícil, ¿no?

viernes, 2 de abril de 2010

Kamma

Llevo ya un tiempo queriendo escribir por aquí, pero al final nunca encuentro el momento. El tema que me intrigaba entonces y que ahora ya he aceptado totalmente es el kamma (pali), también conocido como karma (sánscrito).

El karma es un concepto bastante peculiar, que grosso modo se podría expresar diciendo que "toda acción tiene una consecuencia". Nuestras acciones (ya sean mentales, verbales o corporales) tienen un cierto "karma" que puede ser positivo, neutro o negativo, en función de la intención que las motive. Así, acciones motivadas por un karma "positivo" darán lugar a resultados o consecuencias positivos, y acciones motivadas por un karma "negativo" darán resultados negativos.

Dicho así, puede sonar muy aséptico y difícil de creer. Sobre todo si nos metemos en vidas pasadas y demás folclore que tanto gusta a todo el mundo. ¿Qué significa el karma entonces? ¿Si en mi vida pasada fui un asesino no podré tener mujer en esta? ¿Si robo unos grandes almacenes en mi próxima vida seré una cucaracha?

No sé si esas cosas ocurren o no, porque no llego a tanto (aunque Gotama habla de ello bastante explícitamente en el Canon Pali), pero sí sé que si robas unos grandes almacenes, es bastante probable que la policía te persiga y te metan en la cárcel, le des un disgusto a tu familia y tus amigos y no saques nada en claro. Y, a un nivel más sutil, la intención (el karma) que motiva el robo afecta a numerosos procesos en nuestra mente, que provocan que nos preocupemos de que no nos pille la policía, salir corriendo, guardar lo que hemos robado...pensamientos que, en general, no hacen más que angustiarnos.

Hace unos meses me preocupaba por la posibilidad de que alguien realizase un asesinato pero no se sintiese mal por ello: si somos capaces de controlar nuestras mentes hasta un punto en el que no sufrimos a pesar de asesinar a otros, entonces toda la moral se caería por los suelos. Pero es imposible. No se puede asesinar a nadie sin sufrir. El mero hecho de pensar en matar a alguien supone ignorancia, e implica que el sufrimiento está allí. El karma existe, y no podemos escapar a las consecuencias de nuestros actos (tanto internas como externas). O, al menos, yo no puedo.

De ahí la importancia de sila, la moralidad y disciplina, como base del camino.