domingo, 4 de julio de 2010

El pescador y el empresario

Un pescador volvía a mediodía de pescar. Había sido una buena jornada, y había pescado tres peces. Cuando amarraba el barco y se dirigía a su casa, se le acercó un hombre:

- Buenos días. Veo que es usted pescador - le dijo el hombre - ¿Ha sido una buena pesca?
- Así es. Ahora me dirigía a mi casa para comer con mi familia y pasar tiempo con mis hijos y mi mujer, y por la noche iré al bar a pasar un rato con mis amigos y tocar la guitarra.
- Pero, ¿no va a volver a pescar hoy? - preguntó el hombre, sorprendido.
- ¿Para qué? Ya tengo lo suficiente para comer. Volveré a pescar mañana por la mañana.
- Escuche. Parece usted un buen hombre, así que le voy a dar un consejo. Resulta que tengo un máster en Economía por la Universidad de Harvard, y sé algo de manejar negocios. Si usted vuelve a salir a pescar hoy, por la tarde tendrá tres pescados más, el doble de lo que tiene ahora, y podrá venderlos en el mercado del pueblo.
- Y eso, ¿para qué? - inquirió el pescador.
- Muy sencillo. Con el dinero que obtenga de la venta, usted podrá ahorrar hasta que tenga dinero para comprarse una nueva barca, que será mucho mejor que la que tiene ahora. Eso le permitirá pescar aún más peces.
- Sí, sí, pero ¿para qué querría pescar aún más peces?
- Con más peces, ganaría más dinero, y podría contratar a otras personas para que pescasen con usted, ganando aún más dinero si cabe. Llegado un punto, podría montar una pequeña flota.

El pescador parecía confuso:
- Y, ¿para qué quiero yo una flota?
- ¿No lo entiende? Con una flota ganaría muchísimo dinero, ¡tanto que podría llegar a ser millonario! Luego, con el dinero que le sobrase, podría montar sucursales en Nueva York, Los Ángeles, Osaka...
- ¿Para qué tantas sedes?
- ¡Para ganar aún más dinero, hombre! - el economista le explicaba las cosas pacientemente, como si estuviese hablando con un niño de 5 años - Luego sacaría su empresa a Bolsa y multiplicaría su dinero, ¡llegando a ser billonario!
- Y todo eso, ¿a dónde me llevaría?
- Aquí viene lo mejor de todo: cuando ya fuese lo suficientemente rico, podría retirarse, comprar una casita en un pueblo costero, pasar tiempo con su mujer y sus hijos mientras por las noches va al bar con sus amigos. Si quiere, puede incluso tocar la guitarra - el hombre parecía muy satisfecho de su exposición.

El pescador sonrió, le dio una palmada en el hombro al economista y se fue a su casa en el pueblo costero, para pasar tiempo con su mujer e hijos, y por la noche irse al bar con sus amigos mientras tocaban la guitarra.