Estaba yo volviendo de kárate, feliz de haber estado centrado durante la clase, de no haberme puesto a opinar locamente, de haber sido prudente al hablar y al actuar. De disfrutar el camino de vuelta a casa sin nada más en la cabeza (y lo que venía se iba pronto). ¡Cuánta atención! ¡Cuánta serenidad!
Estaba yo así, y de repente me di cuenta de que me había dejado la mochila en el gimnasio. Toma atención.
Como dice mi madre: "Vuelve a por otra". En fin, cosas que pasan.