martes, 22 de mayo de 2012

¿Por qué meditas?

Estoy discutiendo estos días con mis dhamma-buddies una pregunta importante: ¿por qué meditamos? O más bien, ¿por qué seguimos haciéndolo?

La semana pasada estuve tres o cuatro días sin apenas meditar. Cuando me di cuenta de eso, intenté hacer una especie de experimento: ¿qué pasa si no medito ni intento mantenerme atento a lo largo del día? Y lo que pasa es que mi vida se vuelve una mierda.

No me deprimí ni nada por el estilo, pero si me di cuenta de que empecé a buscar algo que diese sentido a mi vida, algo externo. Me empecé a preocupar por los efectos de la crisis económica, pensando sobre mi futuro y angustiándome por la incertidumbre. Estuve como casi siempre, pero no era lo mismo. Me faltaba un eje, un equilibrio.

Decía Dogen que sentarse en zazen es actualizar el satori o algo así. Yo no sé si tengo (¿se dice así?) satori, lo que sí sé es que lo que fuese que hubiese aprendido durante estos casi 6 años meditando no se estaba actualizando. Y uno puede vivir de las rentas un tiempo, pero llega un momento en que se acaba.

Así que, ¿por qué medito? Porque no quiero vivir la vida que se vive sin meditar.

jueves, 10 de mayo de 2012

No nihilismo

[Continúa esta entrada]

Inmerso hasta la médula en la sentada, todo se empieza a desmoronar. Dios, moral, nihilismo, el sentido de la vida o el absurdo se deshacen poco a poco, desprendiéndose y perdiéndose en el espacio. 

El enfoque cambia. Las preguntas sobre todo esto ya no es que no tengan respuesta, es que no importan. De repente, me veo en un sitio sin nada a lo que agarrarme, y solo queda un enorme...silencio.

Shhh.

Solo la experiencia de lo que está pasando aquí mismo, ahora mismo. Es lo único tangible. Lo demás son solo etiquetas.

Si quieres saber de lo que hablo, no te separes de esta bolsa de piel aquí y ahora.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Nihilismo


[Vuelvo a publicar por aquí, que me apetece escribir otra vez]

Últimamente estoy muy nihilista. No encuentro por ninguna parte que exista un bien o mal absolutos, o un sentido de la vida, o un algo más grande que nosotros. Nacemos, morimos y ya está, parece. 

Nuestra moral tiene todo el viso de ser evolutiva, e ir cambiando con el tiempo. Así, por ejemplo, la sensibilidad hacia el sufrimiento animal parece tomar cada vez más fuerza, hasta que en algún momento pase a ser algo reconocido, como la igualdad entre mujeres y hombres o el desprecio de la pena de muerte. Pero no parece que se deba a ninguna razón externa, sino al simple desarrollo de la humanidad.

Pensando de esta manera, resulta fácil caer en el "nada importa" y el "todo está permitido" porque, de alguna forma, nada importa y todo está permitido. Pero hay algo que sí que me importa. Y es que sufro, que estoy jodido. Y abrazar el absurdo de la vida no implica necesariamente dejar de sufrir.

Por eso, hundido en el nihilismo, las palabras de Gotama cobran más sentido que nunca: "Haz el bien. Evita el mal. Purifica tu mente".

[Sigue leyendo aquí]