domingo, 15 de julio de 2012

Emma Stone y el ciclo del samsara

El año pasado os contaba de mi pequeña pero sana obsesión con Natalie Portman. Como adelantaba en aquel post, Natalie no ocuparía eternamente mi corazón y sería tarde o temprano sustituida por otros menesteres...y así ha sido. Lo siento, Natalie.

Ahora estoy enamorado de Emma Stone (como dice mi chica: "Tienes madera de drogadicto"). Lleva menos tiempo actuando que la Portman, y eso facilita mis actividades de acosador, pero no os voy a aburrir con eso. Tampoco os contaré los efectos que esta pequeña pero sana obsesión con la señorita Stone me están afectando, porque ya os lo conté en el otro post.

Entonces, ¿por qué escribo esta entrada? Bueno, aparte de que me apetecía poneros una imagen de Emma, lo que me ha llamado la atención de estar otra vez así es que, de nuevo, Gotama tenía razón.

Gotama decía que estábamos inmersos en lo que él llamaba la "rueda del samsara", una existencia cíclica en la que una y otra vez volvíamos a nacer y a sufrir. Todo el objetivo de Gotama era salir de este ciclo interminable.

Ahora bien, la mayoría de la gente suele entender que todo esto de la rueda del samsara se refiere a que morimos y renacemos como personas distintas y seguimos haciéndolo hasta el infinito y más allá. Y yo no sé si eso es así o no (os lo cuento cuando me muera). Pero sí que podemos experimentar este continuo caer una y otra vez en la misma piedra en nuestro día a día. Como me pasa a mí con Emma Stone y con Natalie Portman. Una y otra vez, sin parar. Siempre queremos más. Nunca es suficiente.

Viendo estas cosas me doy cuenta de por qué Gotama tenía tanta urgencia en dejar de jugar a este juego. Porque, si lo ves de lejos, es realmente cansino. Pero, inmerso en mi obsesión con Emma Stone, no siento la necesidad imperiosa de salir. A veces me entra el cansancio, pero se vuelve a ir. Por mucho que intento convencerme de lo contrario, todavía no me he cansado de dar vueltas.

miércoles, 4 de julio de 2012

El ataque de los ermitaños chinos (II)

Día tras día dejo ir las cosas,
¿por qué preocuparse sobre el mañana hoy?
Las cuatro aflicciones [1] son difíciles de predecir,
la riqueza y el honor no perduran.
Los pueblos al borde de lagos son engullidos por las lianas,
los caminos entre los ríos desaparecen entre hierbajos.
Estas cosas son fáciles de ver para todos
pero nadie está dispuesto a mirar.

[1] Las cuatro aflicciones son el nacimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte.

Shiwu "Casa de Piedra" (1272-1352)